Estoy ocupado, además tengo razón

En ocasiones mis alumnos me pedían, al finalizar alguna jornada, realizar una «meditación guiada»; casi siempre me resistí a ello debido a mi dificultad para meditar: me distraigo con facilidad o me duermo. Hasta que en una ocasión se me ocurrió un ejercicio de abstracción que sirviera de anclaje a lo conversado durante el seminario. La meditación guiada fue más o menos así:
«Imagina que estás internado en una cama de hospital; en ese momento no están tus seres amados que salieron al pasillo o están ocupados en otras cosas; estás solo por completo.
De pronto algo te dice «te queda un minuto de vida»… y no tienes como llamar, como avisar a nadie. Vienen a tu mente las veces que reprimiste un abrazo, un te quiero… y te quedan 50 segundos de vida.
Comprendes que debiste decir tu verdad, que has vivido para complacer a otros negando tu propia esencia… y quedan 40 segundos.
Sientes aquellas ganas de bailar y cantar que reprimiste por pudor, las cosas que no hiciste por miedo al que dirán… 30 segundos.
Vienen a tu mente los rostros de tus niños pidiendo «juega conmigo» y tu propia voz diciendo «estoy ocupado», cuando solo estabas amargado por algún contratiempo… y quedan 20 segundos.
Quieres salir corriendo a abrazar, a pedir perdón y perdonar, a disfrutar, a putear, a gritar… no salen las lágrimas ni los gritos, te mueres solo y lejos aunque estés allí a pocos metros de quienes amas, pero no te oyen…
10 segundos finales.
Se presenta un «alguien» que parece tener poderes y te susurra al oído:
– «Te haré dos regalos: fuerzas para que te levantes ahora mismo y algunos días para que hagas todo eso que acabas de lamentar».
Tú no sabes cuantos días tienes… ¿Qué harás con tu tiempo?