Conmigo quien quiera

Solía creer que el mundo estaba en mi contra y que debía estar siempre dispuesto para la guerra. Hubo momentos en los que me vi de rodillas, herido y repleto de pena, tiempos en los que me deje llevar por la marea, cuando permití que lo impuesto me limitara, cuando quise ser a toda costa lo que no era.
Fue ahí cuando todo se volvió negro, cuando me volví problemático para los ojos ajenos. Cuando me llamaron insensato, insensible, indiferente y rebelde.
Intentaron doblegarme de mil maneras pero nunca pudieron apagar el fuego que llevo dentro, mi curiosidad, mis ansias de conocimiento, mis ganas de volar, mi fortaleza.
Me cansé del mundo que me rodeaba y en lugar de rendirme redoblé la apuesta, nunca un límite ajeno determinó mi existencia.
Si no había nada afuera, una vez más, haría caso omiso como tantas otras veces lo había hecho; a fin de cuentas, nada me dio más satisfacción a través del tiempo que el poder mirar hacia adentro.
No recuerdo exacto el momento en el que me volví la oveja negra, pero, para ser sincero, creo que es un titulo que me gane desde pequeño. Cuando dejé de lado las dudas sobre mí tuve certezas, cuando silencié las voces a mi alrededor obtuve respuestas.
Cuando perdí los miedos, me reconocí invencible y desde ese momento, cuando vuelvo mi cara al mundo lo hago entero, en una sola pieza.
Conmigo quien quiera, contra mí quien pueda.

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