¿Quién eres?

Dime: ¿Eres tu nombre? ¿Eres tu cuerpo? ¿Eres tus ideales? ¿Eres tus emociones? Piénsalo detenidamente: ¿Quién eres?

No eres tu nombre, pues podrías cambiarlo cuando quisieras. No eres tu cuerpo: las células mueren y se renuevan continuamente, de modo que cada siete años más o menos tienes un cuerpo totalmente nuevo. No eres tus ideales ni tus ideas, pues las vas cambiando a medida que aprendes. No eres tus emociones: hoy amas lo que ayer ignorabas e ignoras lo que ayer amabas.

¿Quién eres?

Más allá de tu nombre, tu cuerpo, tu mente y tus emociones, hay un testigo silencioso. Este testigo te ha visto crecer y recuerda las sensaciones de tus viejos cuerpos, recuerda los golpes y heridas pero sin sentir el dolor; ha visto cómo se han ido adaptando tus ideas ante nuevos paradigmas, catalogándote de genio y estúpido ante distintas reacciones; estuvo cuando llorabas y reías, cuando amabas y odiabas, permaneciendo inmune a todo eso.

Ese testigo silencioso, despiadado, sabio, indiferente al dolor, omnipresente y omnisciente, eres tú. ESE ERES TÚ: esa consciencia que todo lo ha visto, todo lo ha sentido y nada le ha afectado. Eres esa consciencia que ha usado los disfraces del cuerpo y las máscaras de la mente y las emociones, pero se sabe desnuda debajo de ellos. Y alguien desnudo puede disfrazarse de lo que más le plazca.

Si estás inconforme con el personaje que interpretas, sólo cambia de rol: eres el protagonista de tu propio filme, eres el guionista, eres el director, haz lo que realmente te gusta. Si permites que otros dirijan tu película harán un pésimo clip y la responsabilidad será sólo tuya, tú se los permitiste.

Escribe bien tu historia, diviértete, comprométete con tu proyecto, aspira al Óscar. Sé feliz.

Deja un comentario