Desnúdate

Leí una vez que la ropa fue inventada por el primer feo, pues hasta entonces los bellos vivían desnudos y felices. Y con la ropa llegaron las modas, las diferencias sociales, los dominantes y los dominados y por tanto la discriminación entre mejores y peores, superiores e inferiores, buenos y malos. Y ya no hubo bellos felices.

Mi compulsiva necesidad de analizar todo me sumergió inmediatamente en profundas cavilaciones: ¿Quién le dijo que era el primer feo? ¿Qué autoridad estableció un catálogo tan penoso?

No haré una apología de la igualdad, pues nadie es igual a nadie y es gracias a esa desigualdad que somos únicos, bellas joyas únicas. Si el primer feo se sintió así – feo e infeliz – fue por temor a opiniones ajenas que seguramente jamás oyó, pues los bellos y felices ven belleza donde quiera que miren.

«La belleza debe encajar dentro de ciertos parámetros , o no será belleza» -debe haber pensado.

El hecho de ser únicos implica que tengamos preferencias únicas; eso no nos hace mejores ni peores, simplemente confirma que somos distintos al resto (y el resto es un montón de distintos entre sí); concordamos con algunos y diferimos con muchos, pero ser minoría no significa ser inferior. Si así fuese, aquellos que veneramos como líderes son inferiores.

¿Por qué nos vestimos? Podemos racionalizar una respuesta diciendo «para protegernos del sol, del viento, del frío, de la tierra, de las hormigas…»

Y sí… pero no.

Nos vestimos para demostrar que pertenecemos a cierta casta, que encajamos en cierta clase; nos vestimos con opiniones ajenas; nos vestimos con prejuicios heredados acerca de ideales y antagonistas: los prejuicios o «previos juicios» en realidad son condenas decretadas hace siglos y que aceptamos como verdades sin siquiera conocer sus argumentos (de haber crecido oyendo que Satanás sanaba enfermos y Jesús devoraba niños, juraríamos nuestro amor en nombre del infierno y temeríamos ir al paraíso). Nos vestimos con miedos y valores impuestos, mostrando virtudes y ocultando defectos que tampoco son nuestros… porque no existen virtudes ni defectos, sólo particularidades. Pero como estaban ahí para usar, los usamos por simple tradición: «esto se usa en Europa».

En pocas palabras: «si eres malito vendrá el hombre de la bolsa y te comerá, pero si eres buenito Supermán te protegerá. Y cuidado: los dos ven lo que piensas».

Por eso es tan difícil ser felices: hemos aceptado que nadie es perfecto, entonces nunca estaremos conformes.

Desnúdate: nada hay que demostrar; nada hay que ocultar. Eres perfecto así como eres. Enamórate de ti: tu perfecta belleza ilumina el Universo.

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