Jerarquías familiares

Hace unos años, un amigo me pidió asistencia para mejorar su relación matrimonial.

La charla fue más o menos así:

– «Mario, quiero salvar mi matrimonio y veo que vos y Ana Laura tienen una buena relación, no sólo como pareja sino además amistosa; más que esposos parecen novios aún. Entre nosotros era así, hasta que llegaron los hijos… y por más que intento dialogar, ella siempre acaba enojada y no quiere seguir hablando.

¿Me decís qué puedo hacer, o al menos lo que ustedes hacen?».

Le pedí entonces que enumerase los miembros que componen una familia, en categorías jerárquicas según su perspectiva. Él dijo:

«Yo creo que la jerarquía familiar es la pareja, ambos por igual, y los hijos… no soy machista».

Le dije que no le gustaría mi opinión, pero insistió en oírla. Le aclaré que después de eso ya no querría hablarme otra vez; él rió de buena gana y volvió a insistir.

Ésta fue mi respuesta:

– «Cuando eras chico tu madre eligió tu ropa, tu dieta, tu jabón, tu peinado, tu orientación religiosa, tu educación y dirigió tus horarios. Vos elegiste tu equipo de fútbol, a lo que tu mamá no se opuso porque un equipo de fútbol es algo insignificante.

Luego te casaste: hoy tu esposa elige tu ropa, tu dieta, tu jabón, tu peinado y dirige tus horarios; ella decide los días en que hacen el amor, cómo lo hacen (porque no creas que tú la convences de probar variantes… ella elige cuando las habrá y si las habrá); tan sólo acepta tu equipo de fútbol porque es algo insignificante.
Cuando llegas de trabajar ella te espera con tu rincón listo para ti: ya preparó lo que acostumbras beber cuando llegas y allí está en tu lugar favorito de la casa (que también ella eligió, aunque te resistas a aceptarlo), ella te hace sentir un rey allí en tu trono… donde no molestas en su camino.

La familia está formada por la mujer, los hijos, las mascotas y el marido. Los hombres en la casa debemos molestar lo menos posible, porque es el reino de ellas y sus críos, no el nuestro; nosotros los machos debemos proveerles seguridad y protección, para ellas y sus pequeños, no gobernarlas. Si no puedes aceptar esto vas a ser uno más que va del trabajo al bar, del bar a la cama, de la cama al trabajo, del trabajo al bar… Si lo aceptas vas a convertirte en amigo de tu esposa y serás su más preciado cooperador; te aseguro que disfrutarás de una hermosa vida familiar y serás su prioridad luego de los hijos, las mascotas y ella misma… Créeme, en la escala jerárquica familiar, ese lugar es el paraíso».

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