Agradar a Dios

Muchos hemos dedicado tiempo y energía a hacer sólo cosas que agradan a Dios y reprimirnos de hacer las que no le gustan, basándonos en la premisa que Dios todo lo ve, todo lo juzga y todo lo controla; se nos enseña a creer en un dios bipolar, tan misericordioso como vengativo.

En una charla con nuestro maestro y guía, Luna dijo que quería hacer la voluntad de Dios, y el guía expuso lo siguiente:

Cuando pones una semilla en la tierra, ¿Qué es lo que deseas? Que esté viva, ¿Verdad? Esperas que germine, que su brote crezca saludable, que se nutra bien y que cumpla su ciclo vital, dando buena sombra, lindas flores o saludables frutos según su especie… ¿Es así?
Si tu respuesta es afirmativa, te haré otras preguntas: ¿En qué momento deseas que la planta te haga una reverencia? ¿Cuándo empiezas a desear que te venere por haberla plantado? ¿Cuánto deseas que te agradezca, que crea en ti? ¿Verdad que eso ni siquiera pasa por tu mente?
¿Por qué Dios haría algo distinto? Dios no necesita que creas en él, él sabe quién es. LA VOLUNTAD DE DIOS, EL GRAN DESEO DE DIOS ES QUE CREAS EN TI MISMO, que germines, que crezcas sano y cumplas tu ciclo vital dando buena sombra, lindas flores o saludables frutos, de acuerdo a tu propia esencia.
Ten en cuenta que si Dios te creo, te hizo así como eres: con tus gustos, tus particularidades, tus deseos, tus hábitos. Si vas a modificar algo en ti, hazlo porque tú quieres y no para agradar a otro.

Eres una joya única: no hubo en la historia de la humanidad otro como tú, no lo hay ni lo habrá…¿Por qué deberías «corregirte», «mejorar», «cambiar»?

No puedes corregirte, cambiar ni mejorar porque no tienes defectos: tienes particularidades, y esas particularidades te distinguen del resto, te hacen ser quien eres.

Eres lo que eres y eres como eres, no puedes ser otra persona.
Si fuiste creado por un Dios, él te creó así como eres, todo lo que él quiere es QUE TÚ SEAS TÚ.

Descubre quién eres, acepta quién eres, conoce quién eres, valora quién eres.
Ten presente esto: quien te ama no te cambiaría por nada.

Quien quiera cambiarte no te ama, sin importar qué tan convincentes argumentos tenga para «modificarte por tu propio bien». Y quien no te ama tampoco te respeta… ¿Por qué tratar de complacerlo entonces?

Deja un comentario